martes, 20 de mayo de 2014

Como el Fénix





A veces nos proponemos lograr metas que se nos antojan inalcanzables porque requieren un esfuerzo tan extremo que, tanto física como psicológicamente, no somos capaces de asimilar, aunque nos duela admitirlo. En algún momento, todo aquello que creías dominar comienza a crecer como una bestia indomable que escapa inevitablemente de las riendas que tan apaciblemente dirigías. Es entonces cuando caemos del pedestal desde el que nuestro orgullo sonreía deslumbrante, y la frustración se apodera de nuestra mente. Poco a poco nos consume la inseguridad, que corroe nuestro interior y cual ácido nos devora y nos desfigura, tornándonos unos seres irreconocibles, oscurecidos por la propia decepción. Pero debemos luchar para poder retomar el control sobre nuestras capacidades y así volver a recuperar nuestra identidad original. Debemos incluso aprender de esta experiencia para mejorar aquellos aspectos que agrietaban nuestro ser y nuestra felicidad. Porque a veces necesitamos dar un paso atrás para poder verlo todo con perspectiva y volver a creer en nosotros mismos, tal como un fénix que renace de sus cenizas.

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